El celular: uno de los principales motivos de conflicto en las familias

3 febrero, 2015

Este artículo, remitido de un periódico español, refleja una realidad que se presenta a nivel mundial: cada vez más, las familias nos vemos enfrentadas a ese pequeño aparato que mal manejado, rompe la comunicación e invade espacios que hasta ahora eran exclusivos del tiempo en familia. Dada la preocupación general, algunas organizaciones han decidido enfrentar este problema.

Fuente: Heraldo

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El uso del teléfono celular se ha convertido en una de las cuatro principales causas de conflicto con hijos adolescentes que llevan a las familias españolas a recurrir a servicios de mediación, junto a los problemas con los estudios, con las tareas en el hogar o de relaciones interpersonales.

Así lo han explicado este martes la coordinadora del servicio de Mediación de UNAF, Ana María del Campo; y el responsable del área de mediación entre padres y adolescentes de la organización, Gregorio Gullón; junto a la vocal de FAPROMED, Ana Cobos; en una rueda de prensa para reivindicar la implantación del 21 de enero como día europeo de la mediación a fin de difundir estos servicios, avanzar en normativa y unificar criterios.

Según ha señalado Gullón, en los servicios de mediación con adolescentes de UNAF, que han tratado a medio millar de familias en los últimos 8 años y cuya demanda se ha incrementado exponencialmente en el último lustro; cada vez son mas los casos de problemas desencadenados por el uso de las nuevas tecnologías y, en particular, del smartphone.

El experto plantea que los padres se encuentran ante una «paradoja» problemática, ya que por un lado, «sienten la necesidad de cortar un uso inadecuado del teléfono móvil» y, por otro, quieren que su hijo lo tenga para poder tenerle localizado. «No tienes manera de controlar el uso que hace del móvil pero al retirárselo, pierdes control sobre el adolescente. Esto lleva a que al final, se haga un uso perverso de la tecnología. Tiene que haber un acompañamiento para un uso responsable», explica. Con todo, reconoce que en ocasiones «es adecuado retirarle el teléfono».

No se trata sólo de que el adolescente dedique más tiempo a las redes sociales que a su familia. «Si hay problemas por el uso del móvil, la relación se acaba deteriorando y suele haber problemas también con los estudios. Cuando llegan a mediación es porque los padres ya no pueden resolver el conflicto», apunta.

El experto indica que la demanda de mediación se ha incrementado, entre otras razones, porque «padres y madres se sienten cada vez más inseguros e indefensos en un entorno que les parece más difícil». Sin embargo, los problemas de relaciones surgen a partir de comportamientos «normales a nivel evolutivo» en los adolescentes, como la irascibilidad.

«Los padres se concentran en lo que el adolescente hace mal y no en lo que funciona, así que intentan ejercer un control excesivo sobre él,que responde tratando de reafirmar su autonomía. Acaban viendo a su hijo como fuente de todos los problemas. Son hijos incomprendidos y padres frustrados», dice Gullón. Influyen asimismo «nuevas realidades», como los divorcios conflictivos que afectan a los hijos, el reagrupamiento de familias que tras años de vida separada se ven casi como extraños, los casos de niños adoptados que tienen problemas de identidad en la adolescencia o nuevos modelos de convivencia.

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Sesiones semanales, duración indefinida

En mediación, los padres encuentran un «proceso estructurado» que en sesiones semanales de una hora de duración intentan reconstruir el sistema jerárquico familiar que se ha destruido. Gullón reconoce que es más difícil que cuando se trata de un divorcio, porque las partes no están en relación de igualdad sino de dependencia y una de ellas, el hijo, acude obligado a las sesiones. Con todo, el 80% sigue adelante frente a un 20% que opta por abandonar.

Los casos llegan por iniciativa propia –los padres en esta situación pueden llamar a UNAF y pedir cita– o por derivación de los orientadores de los centros escolares, de los servicios sociales que no dan abasto o de médicos y pediatras que detectan la situación. El tratamiento no tiene una duración estipulada, depende de la problemática y, aunque no hay un seguimiento indefinido a posteriori, las familias tienen «la puerta abierta» para volver a pedir ayuda.

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La mediación, muy incipiente en España

En total, en España existen 14.000 mediadores con formación, pero «eso no se traduce en número de mediaciones», que siguen estando en «una fase muy, muy incipiente» y que a penas suponen el 1% de todos los procedimientos judiciales declarativos que tienen lugar en el país.

La cifra está en línea con la media europea, conforme los datos aportados por Ana Colón, que reivindica reformas legislativas para conseguir que al menos una sesión informativa sobre mediación sea preceptiva en todos los procedimientos, segura de que esto haría que muchas personas físicas y jurídicas optasen por un camino menos costoso en tiempo y dinero. A nivel europeo se calcula el ahorro entre 15.000 y 40.000 euros anuales.

«Donde hay conflicto, discrepancia y falta de sintonía nace espontáneamente la necesidad de la mediación», destaca Ana María del Campo, una de las impulsoras de este servicio en España. La también presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas recuerda que en caso de violencia de género o violencia intrafamiliar, el mediador «tiene que levantar las manos» porque es la justicia quien debe intervenir. «La mediación es esencial, pero no es la panacea«, afirma.

En este sentido, destaca que mediar «no es arbitrar» porque no es un agente imparcial quien decide por las partes lo que considera más ecuánime, sino que son los propios implicados quienes van construyendo el acuerdo en sus propios términos. El mediador, generalmente de la rama de Trabajo Social, Psicología, Sociología o Derecho y con formación específica, tiene el papel de equilibrar la situación y conseguir que las partes recuperen el diálogo.

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